La edición 2025 de Colosos de la Tierra realizó su tercera expedición para dar cierre a esta fantástica campaña que llama a proteger nuestros colosos «Patrimonios del Paraguay». En esta ocasión, la caravana encabezada por la organización de A todo Pulmón realizó su visita al norte del país , celebrando la grandeza de los árboles nativos y la riqueza cultural de la región.

Este tercer viaje lo acompañó la Arquitecta Vanessa Rojas, representando a CCI, quien describió esta experiencia única como «mucho más que un viaje”.

La caravana exploró los departamentos de Concepción, Boquerón y Presidente Hayes, evaluando ocho árboles finalistas y visitando sitios emblemáticos como el Fortín Boquerón, el Centro de Interpretación del Gran Chaco Americano y el Centro de Investigación del Chaco Paraguayo, en un esfuerzo por destacar los Patrimonios del Paraguay ante los desafíos Del cambio climático.

La expedición reunió a comunidades, postulantes y voluntarios para medir y celebrar árboles que son verdaderos gigantes de la naturaleza. Cada coloso representa la historia, la biodiversidad y el compromiso de los paraguayos por proteger la naturaleza.

La aventura comenzó en el establecimiento Jaguarete Potrero, Paso Barreto, Concepción, midiendo un Timbó postulado por Ana Elizabeth Martínez Chávez. Luego, en la estancia Villa Sana, también en Paso Barreto, se evaluó un Guapo’y, nominado por Hugo Fankauser de Paracel. El día cerró en Belén, Concepción, donde se midió un Tarumá Guasu, ubicado en el Cementerio Municipal y postulado por Amalia Peralta, el mismo simboliza la conexión entre naturaleza y memoria. Los tres árboles del departamento de Concepción compiten en la categoría Árbol Más Grande del Paraguay. El día culminó con un paseo en bicicleta, en medio de un hermoso atardecer en el Puerto de Concepción.

«Estar frente a árboles que son verdaderos gigantes de nuestra tierra me conmovió profundamente… Cada coloso que visitamos tenía su propia magia y transmitía una fuerza que te conecta con la naturaleza y con nuestras raíces”, relató la Arq. Vanessa Rojas sobre lo vivido.

En la segunda jornada, la caravana llegó al Chaco, en la Escuela Básica Nro. 4610 Sagrado Corazón de Jesús, en Pirizal, departamento de Boquerón, para evaluar un Tatajyva, postulado por el profesor Miguel Diana en la categoría Árbol de mi Escuela. Este coloso fue celebrado con entusiasmo por estudiantes, docentes y familias, reflejando el rol de la educación en la conservación. El día incluyó una visita al Fortín Boquerón, un atractivo turístico que combina la naturaleza y la historia del Chaco.

Vanessa destacó que este viaje va mucho más allá de apreciar la naturaleza, ya que se vive una verdadera conexión con la gente: «La calidez de las comunidades que nos recibieron, sus historias, sus danzas y músicas, también los momentos compartidos con mis compañeros de expedición, hicieron que esta experiencia se volviera aún más especial. Entre charlas, risas y paisajes inolvidables, se crearon amistades y recuerdos que llevaré siempre conmigo».

El último día arrancó en Boquerón, con la medición de un Samu’u, postulado por Eugen Doering y valorado por su uso histórico en la Guerra del Chaco. Luego, un Quebracho Colorado, nominado por Hartmut Spitzer, también en Boquerón. Siguiendo con una visita al Centro de Interpretación del Gran Chaco Americano y el Centro de Investigación Forestal del Chaco Paraguayo, resaltando la importancia de la ciencia y la educación ambiental.

Posteriormente, en Campo Aceval, se midió un segundo Samu’u, postulado por Juan Carlos de la Cueva. La expedición cerró en la Estancia La Paloma, Benjamín Aceval, con otro Samu’u, nominado por un representante de la estancia. Los tres últimos árboles de la expedición también compiten en la categoría Árbol Más Grande del Paraguay.

«Regreso de este viaje con el corazón lleno, con nuevas miradas sobre nuestro país y con la certeza de que experiencias como esta dejan huellas que no se borran. Agradezco de corazón a CCI por darme la oportunidad de vivirlo y por confiar en mí para llevar adelante esta representación. Fue un privilegio y un regalo que nunca voy a olvidar», concluyó Vanessa, no sin antes hacer un paralelismo entre la experiencia de valorar los colosos y el trabajo que hacemos en CCI desde el programa de plantación ‘Manos a la Tierra’. «No puedo dejar de pensar en lo que hacemos cada año cuando plantamos árboles para compensar nuestra huella de carbono. Después de esta experiencia, me nace soñar con que alguno de esos árboles que hoy sembramos llegue, con el tiempo, a convertirse en un coloso. Imaginar que un árbol plantado por nuestras manos algún día sea parte de la historia del Paraguay, o represente un símbolo de vida y esperanza para futuras generaciones, me llena de emoción y orgullo».